Sobre Tomadores y Dadores…

Las actitudes son un arte. Una forma de diseñar y construir la realidad, de sentir, de percibir, de producir distintas posibilidades a partir del enfoque que le damos a las cosas, a nuestras relaciones humanas, a las actividades cotidianas, las maneras de vivir y elegir si tomamos para sí mismos o nos entregamos al dar.

Así, la vida es un proceso de relación. Contiene todas las posibilidades en un estado de desorden y caos, y necesita cada elemento de ésta para generar un orden, una adaptación para integrar lo desintegrado y amalgamarse con paciencia, a un nuevo estado de cosas.

Desde esa inmensidad, seleccionamos qué elementos hacen a nuestro mundo, formamos así un sistema de mecanismos emocionales y pensamientos que empleamos a diario para relacionarnos. Forjamos las causas y los efectos que nos predisponen a sentir, pensar y obrar de determinada manera.

Dar y recibir. Dador y tomador son las caras de una misma moneda.

la monedaCuando nos paramos desde una actitud de tomador estamos expectantes a recibir, buscamos ser amados y atendidos, esperamos una recompensa si hemos dado algo de nosotros mismos y si no la recibimos nos enojamos y cuestionamos; nos generamos la idea de escasez, de lo finito, del empobrecimiento, el saciar las propias ganas sin importar qué le sucede al otro.

Esa idea incrustada de: todo para mí, con mis formas, con mis modos, con mis tiempos y mis ganas. El otro está ahí, invisible ante los ojos del tomador que quiere en sus términos y con sus propias condiciones. Condiciones que lo encierran en un estado egoísta y egocéntrico, en un vacío y un dolor profundo si el yo, el ego, no es alimentado de la manera que él pretende.

El tomador es un sujeto desintegrado, sus partes están separadas y trabajan cada una a su ritmo, a su modo y tiempo. Los elementos de su mundo están divididos, individualizados. Así, como mueve las piezas de su mundo interno, así se relaciona el mundo externo. Es solitario, interesado, manipulador, siempre quiere salir ganando, no se compromete con nada ni nadie, porque está rebelde a gestar la propia unión; no comparte, se refugia en algún que otro vicio. Se aísla del Todo, de sí mismo.

Así, la actitud tomadora se encuentra a un abismo de sentirse llena, feliz, agradecida, porque sólo busca merecer. Merecer ser amada, servida, merecer tener lo que otros tienen, merecer la alegría, la abundancia y la prosperidad. Vive en un estado de insatisfacción, amargada, apenada, triste por no tener hoy lo que ayer tuvo, infeliz… la vida pasa y pasa, bajo las condiciones autoimpuestas por esa actitud.

Mientras la tomadora ejerce su mandato, la dadora no puede emerger.

La actitud del dador es la otra cara de la misma moneda. Ella contiene en sí la fuente del Amor, de lo infinito, de la bondad, la humildad, dar sin esperar a cambio, la felicidad que emana y se acrecienta con la conciencia de servicio, con la sagrada predisposición a ayudar, con el corazón abierto y vulnerable a entregarse libre al otro. La evidencia de esa alegría está en el brillo de ojos de quien da, en la sonrisa que lleva consigo, en su comunicación cotidiana, en la manera de relacionarse consigo mismo, con los demás, con la Naturaleza y los Reinos superiores. dar

Así pues, los dadores no reclaman para sí, dan de sí mismos, dan su frescura, conquistan su libertad, se fusionan con el otro, porque están enfocados en servir, la vida se transforma en un festivo regalo de consagración, de comunicación y unidad, de transformación. En la actitud de dadores nace un carácter vivaz y luminoso e inclinado de corazón por la belleza y la alegría.

San Francisco decía: “Señor, haz de mi un instrumento de tu Paz… allí donde haya odio, ponga yo amor, allí donde haya ofensa ponga yo perdón, allí donde haya discordia ponga yo unión, […] allí donde haya tristeza ponga yo alegría.[…] Porque dando es como se recibe y olvidando es como se encuentra…”. Cuánta enseñanza, de poner nuestra atención a dar lo que falta, a integrar en lugar de dividir, a pensar en complementar y no en destruir. Las actitudes de tantos otros como él que dejaron esta huella inquebrantable del dar en nuestra conciencia psíquica Planetaria…pensar en el Cristo, en el Buda, en Madre Teresa, Gandhi, Krishnamurti, Ramana Maharshi, entre otros. ¿Acaso ellos no fueron seres humanos que buscaron fervientemente cultivar las semillas del dar en el corazón de los hombres?

El tomador es parasitario, vive del otro, pero no se funde con él. El dador es creación, es fuente de vida, es reintegrador de elementos. Así, nuestra vida va tomando su forma y colores.

Y si estas actitudes de tomar y dar, las observamos desde el ángulo de la relación con el dinero, con la sexualidad, la relación con las cosas, con las disciplinas artísticas, el ámbito laboral, la pareja y la familia… ¿qué sucede?

Reflexionemos y observemos juntos sobre estos puntos para concebir las consecuencias que generan las actitudes respecto al tomar o al dar. En relación al dinero la avaricia, la tacañez, la codicia, el buscar escapar del aporte y esperar que siempre los otros pongan por mí, o dar lo mínimo…o desde la otra cara la generosidad, la dadivosidad, el agradecimiento y la prosperidad, ¿qué cauce elegimos darle a la energía del dinero?

Por otra parte, la forma de relacionarnos con los otros en cualquiera de los ámbitos que nos movemos, con los objetos y las cosas del día a día. Por ejemplo, la expresión de la vida sexual, puede estar demasiado concentrada, lo cual procura una acumulación de energía que no se expresa y no se transmuta en energía creadora. En su extremo opuesto el mal direccionamiento de esta energía por el excesivo descontrol de las pasiones, desvincula a las partes del cuerpo y como consecuencia, el disfrute de entregarnos y recibir sin condiciones.
Los tomadores piden para sí y generan actitudes de atesoramiento, posesividad, pastichismo, desconfianza y abandono. Desde la otra polaridad, los dadores avivan la energía de la comprensión, la tolerancia a la verdad, la libertad, la lealtad, el agradecimiento, la confianza y el impulso nutritivo del Amor.

Estas dos caras de la misma moneda conviven en menor o mayor intensidad y si no ponemos una atención plena sobre la manera que percibimos el mundo, los vínculos, las necesidades y el orden de prioridades que le damos a las cosas, estaremos más propensos a saciarnos individualmente que en despertar el servicio desde nuestro centro cardíaco, desde la energía de vida que fluye desde el corazón para extenderse por sus cuerpos sutiles en comunión con el Todo. Cuando la energía del corazón nutre al pensamiento, emana así una frecuencia vibratoria de paz, de tolerancia, de unidad, de cuidado, de expansión y respeto.

il_fullxfull_239072967El tomar conciencia sobre las actitudes, nos permite salir de la zona de confort, es una actitud sanadora de involucrarnos en un nuevo lugar de percepción. Compensar los extremos, para alcanzar un punto medio, un equilibrio justo entre las partes, un empleo razonable de nuestras energías para así alquimizar los elementos esenciales del Ser y portar un corazón magnético y radiante con creciente brillantez e inocencia Divina.

Lic. Jimena Rodríguez

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4 respuestas a Sobre Tomadores y Dadores…

  1. elena dijo:

    Me ha IMPACTADO tanta belleza de expresion.Resulta un trabajo donde puede palparse la introspección que emana a borbotones ,inundando espacio y tiempo,contactando al OTRO en la brillantez de tu propio espíritu .Me encantoooo,felicitaciones!beso inmenso!

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  2. Hermoso! te felicito Jime!

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  3. Christian dijo:

    Buenas…Perfecto,pero quisiera saber màs y despejar algunas dudas.,cómo puedo contactarme?

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